Hace menos de una semana sucedió algo que posiblemente cambie mi vida, tuve el sueño más feliz que a la fecha recuerdo.
Lo quiero escribir para no olvidarme de él.
Llegó a un lugar, parecido a un cine, ella esta sentada casi en el centro. Junto a ella una pequeña niña hermosa. Le pregunto:
- ¿July?
- Sí -me dice ella-.
Repentinamente estoy en su casa o mi casa -no sé-. LLego con mis maletas, ambos vestimos de forma sencilla y cómoda, con mezclilla y colores pastel; su cabello lacio claro (al igual que sus ojos), está por debajo de sus hombros, como la conocí la primera y segunda vez.
Se nota en cada uno practicamos deporte o hacemos ejercicio, que nos interesa sentirnos bien por si mismos.
Nos vemos a los ojos, ninguno de los dos tiene dudas; ambos estamos tranquilos (pareciera que nos han quitado una gran carga de encima).
Nos hablamos relajadamente; no recuerdo lo que dijimos, pero sí recuerdo claramente la sensación de tranquilidad y la sensación de que, después de muchos tiempo, ambos estamos juntos. Al hablar nos miramos a los ojos y entendemos perfectamente que a partir de ese momento nuestra vida será lo que siempre deseamos: sonrisas, miradas, y complicidad eterna. El pasado quedó en el recuerdo y el amor -esa palabra que me cuesta decir- quedó rebasada y sin límite.
Después de esto, estoy decidido a buscarte, a ser feliz. Me desperte con la sensación de felicidad y con arrepentimiento de haber despertado de un sueño que no debió terminar.
Maryfer B.G. ... te extraño, y al escribirlo, derramo lágrimas.
El primer beso no se da con la boca, se da con la mirada -no me canso de mirarte-.
jueves, 29 de mayo de 2008
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